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viernes, 19 de febrero de 2021

Recomendaciones: "La Foto" Ganadora del primer premio de Dramaturgia del Trasnocho Cultural

 

(La siguiente entrada NO tiene como intención motivarte a ir al teatro.)

Sabemos que el regreso a las tablas para cualquier amante del teatro es todo un éxtasis. Cada uno de los actores aprovecha sus oportunidades como un renacimiento. En esta ocasión, la batuta corresponde al grupo actoral 80 que retoma la obra ganadora del primer festival de dramaturgia del trasnocho cultural y los puntos fuertes del espectáculo están en lugares inesperados.

Adjunto que todas estas observaciones fueron hechas el día del estreno.


Me siento feliz porque a donde quiera que vea en el teatro venezolano se nota que la dramaturgia está en buen momento y además, en crecimiento continuo. 

Esta obra es una comedia bien escrita, bien dirigida y bien interpretada. Principalmente me llevo varios llamados de atención que hace el texto en plan discreto, o al menos, más discreto que los conflictos evidentes que presenta. Me gusta mucho porque tiene todas las características de una buena comedia como el enredo y el malentendido, pero no pierde las oportunidades espontáneas de mostrarnos unos minutos del verdadero drama escondido entre las risas. Porque nos reímos en primera instancia, pero si analizamos en retrospectiva cada uno de los problemas, globalmente, esta situación es sumamente grave; algunos dirían que una tragedia.

Héctor Manrique fue para mí una grata y placentera experiencia. Espontáneo, espontáneo y además espontáneo. Su personaje me pareció muy interesante porque a primera vista parece ser el foco del problema, el causante y el villano, pero luego tenemos una escena muy conmovedora en la que su hijo adolescente no lo escucha, pero nosotros, público atento, nos deleitamos con la belleza de una humanidad que ya no intenta justificarse, sino que se abre ante una realidad que no le motiva a esconder su culpa, pero sí a  llorarla por padecerla e incluso reconocerla desde una postura no victimizada. Es brillante y me pareció muy hermoso.

Veo a Claudia Mercedes Rojas con ojos dudosos y por supuesto subjetivos. No puedo vislumbrar con total claridad un talento que es evidente, pero que tal vez se sumerge en una gelatina no muy apetitosa generada por los estereotipos que tenemos en nuestra cabeza. No quiere decir que este camino esté errado o que sea inadecuado en algún aspecto, pero prefiero mirar otro de sus trabajos para poder deleitarme más gratificantemente con sus virtudes. Una situación similar me ocurre con Pedro, al cual veo distinto, pero sus elementos en escena para dibujar a su personaje me hacen recordar que en el teatro, muchas veces, menos es más. Mas allá de todo esto, sus participaciones me llenan de esperanzas y me emocionan con creces porque evidentemente son dos actores que saldrán muy nutridos de estas experiencias. No me sorprendería verlos en protagónicos en un futuro cercano, por lo tanto es un ganar ganar por todas partes.



Hay detalles que me disgustaron un poco. Por ejemplo, elementos innecesarios y otros que se usan, pero sin verdad. Esto de los objetos en la escena siempre puede ser un arma de doble filo. Esta premisa de que en el teatro solo se utiliza lo necesario termina por ser una decisión personal, pero como mencioné anteriormente, a veces menos, es más. De igual forma agradezco la inversión que se hizo en escenografía y demás porque visualmente enriquece muchísimo y da una sensación de grandeza. Pero en estos intentos podemos estar alejándonos, sin querer, de aquello que es más importante. En este caso no ocurre, pero una botella de vino nueva, vacía, rompe con la ilusión del público más exigente y mal acostumbra al más permisivo

Otro aspecto que me hizo un poco de ruido fueron las transiciones entre escena y escena. Me hace sentir que el subtexto de esos cambios es “esperen un momento”. Tal vez por ser una comedia es admisible, pero lo que más me suena es sentir que allí se desaprovecharon varias oportunidades

Por otro lado, esa cantidad de luces, mínimo, deberíamos tenerlas en cada sala de teatro de Caracas. Qué dolor.

Este texto es importante y me da la sensación de que no es solo una simple comedia. Es comedia con contenido y peso cultural. Y no hablo solo de su mensaje principal o el tema que tratamos, hablo del impacto que puede tener en el espectador según la forma en que se maneja el lenguaje. Se podría decir que ni un solo miembro del público se irá sin haberse visto a sí mismo, al menos una vez, en el escenario. En este caso creo que se hizo muy bien, incluso me gustó sentir que si la obra duraba un poco mas sería innecesario y una molestia. Afortunadamente no ocurrió.

Por último quiero recordar el discurso de Héctor Manrique sobre el regreso a los teatros y como este a superado absolutamente todas las crisis que se presentan en su camino. Curiosamente, el mismo día, en otro espacio cultura, el maestro Carmelo Castro decía unas palabras similares. Gracias por citar a Winston Churchill y sus razones para no prohibir el teatro durante la guerra. Tengan cuidado con las redes sociales, “El infierno de la gente feliz.”

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