(La siguiente entrada NO tiene como objetivo motivarte a ir al teatro)
El festival teatral de
autor nos propuso una atractiva presentación de la obra del español Carlos Be. Fuimos atraídos por una interesante premisa, un buen trabajo
de difusión y un gran estadio como lo es nuestro teatro nacional. El resultado…
Tambaleante.
Enemigos nos cuenta una
historia que algunos conocemos desde un punto de vista más confrontador con varios aspectos interesantes que le colocan un
aire novedoso al discurso dramático que se plantea. Las expectativas suben
mucho y probablemente, esa es nuestra culpa, o mejor dicho una responsabilidad que solo nosotros podemos asumir como espectadores, no le conciernen en lo absoluto a los miembros de este equipo.
El jurado tiene una
decisión subjetiva que tomar sobre aquello que más destaca en la competición
del festival, por lo tanto, nos ahorraremos una opinión directa que involucre la decisión del juicio y como siempre, actuaremos desde el punto de vista de unos espectadores que tienen cierto conocimiento y manejo del lenguaje teatral.
Nos llama la atención el
rol de las proyecciones que se realizan.
Nos hacemos la pregunta de cuan importantes son para la finalidad que
desea cumplir la obra. Lo entendemos como una propuesta novedosa, que
inteligentemente empleada puede sumar; al ser solo una propuesta por proponer
algo, puede volverse en contra del propio montaje si atenta contra el ritmo de
la pieza y el necesario factor sorpresa que el teatro ha de poseer para
mantener al público atento.
Vemos unas transiciones
escénicas que nos dejan mucho que desear por la escases aparente de
herramientas escénicas para resolverlas. Sin embargo, el texto dramático posee
un valioso trasfondo que probablemente haría el favor por si solo de resolver
los cambios entre escena y escena con más que un tradicional blackout que no oculta por completo a quienes mueven las cosas en el escenario.
Con respecto a las
interpretaciones quedamos dudando. Principalmente lo que nos hace
dudar son los espectadores que en su momento compartieron con nosotros la
platea. Tenemos la noción de que hablamos de un texto de género dramático, pero, en algún punto del discurso, el público asistente determinó que esto se trataba de una
comedia. No necesariamente porque hubiese risas en un momento dado es que llegamos a esta conclusión, sino porque
la circunstancia escénica que se plantea no es coherente con la reacción del
público; se sabe que en la comedia nos reímos de la tragedia que le está ocurriendo a los personajes, pero en un principio lo que estamos manejando son códigos que nos demuestran el drama trágico que se asume en esta oportunidad. La responsabilidad de que el lenguaje se traduzca claramente
corresponde a los actores en el escenario, que sea cual sea el montaje en que
se encuentren, siempre tienen un trabajo muy complejo de traducción lingüística
que compromete sus habilidades comunicativas.
Debemos exigir como espectadores del arte escénico venezolano, arte escénico de calidad con respecto a las circunstancias a las que se somete un trabajo. Los espectáculos de mayor magnitud requieren de un nivel comprobado antes de ser presentados al público o la cultura teatral no se consolidará de forma adecuada. No es la intención de HdA, transgredir la integridad de nuestro teatro, pero si es necesario ponerlo en evidencia ante nuestros mismos ojos o las aspiraciones de exportar nuestro arte y elevar su nivel de profesionalidad y compromiso, afectado duramente estos últimos tiempos, serán más difíciles de afrontar.
Por otro lado, un gran trabajo por parte de la producción de esta obra que nos brinda una muestra muy grande de esmero. Y ese es uno de los puntos importantes, no podemos aspirar a tener una ópera con explosiones en vivo y vestuarios extravagantes si el contenido expuesto no va de la mano con lo que visualmente se pretende mostrar.
Finalizamos esta entrada con la cita del director
e investigador teatral británico de una trayectoria global, Peter Brook, que
alega lo siguiente:
“El hombre de la calle que va al teatro está en lo cierto al decir que acude por su propio placer. Cuando el crítico asiste a un estreno, puede decir que sirve al hombre de la calle, pero no es exacto. El crítico no suministra consejos ni advertencias en secreto, su papel es mucho más importante, en realidad es esencial, ya que un arte sin críticos se vería constantemente amenazado por peligros mayores.”
.-El espacio vacío. Brook, Peter, Pag.23
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