(La siguiente entrada NO tiene como intención motivarte a ir al teatro)
Hay muchas cosas involucradas en un trabajo teatral. Es importante reconocer algo bien hecho cuando entre todos estos elementos hay armonía y vocación suficientes para transmitirlo al público de forma consciente, he inocente a la vez. Existen varios aspectos positivos en este resultado y eso nos genera gran satisfacción, principalmente, porque huele por todos lados a nuevo. Para comprender lo que les digo, solo hace falta ser humano.
Comenzamos por el inicio
de todo esto. La dramaturgia de la obra es de gran calidad. Muchos guiños y
aspectos de la cotidianidad venezolana se ven reflejados, pero también ocurre
ese maravilloso fenómeno literario que se da cuando un escrito es pensado para
ser leído por todos. En donde sea que llegue este texto puede ser representado
con pocas modificaciones, pues, como bien dice el título, se trata de humanos.
Los humanos y sus martirios entre ellos, martirios originados en ideas pensadas
por ellos mismos. Reposando en la memoria, con una inocente necesidad de buscar
referentes, recordamos los peces del acuario del maestro José Gabriel Nuñez,
pero no hablaré de eso porque recordar está prohibido. Las múltiples críticas
esparcidas por las palabras abundan, si no sales del espectáculo siendo
cómplice o sintiéndote aludido, fue porque no entraste. Nos emociona que exista
dramaturgia nueva tan rica en contenido y además escenificada por la persona
que lo escribió. Eso es un activo de alto valor para la economía artística venezolana.
La propuesta corporal es
rica y variada. Hay varias figuras muy curiosas que siempre mantienen al
espectador intentando decodificar lo que ve y por lo tanto expectante de lo que
está ocurriendo. Las luces, el espacio y su manejo, el vestuario y toda la
parte musical, están muy bien adecuados al contexto y al discurso estético de
la obra. Menos, es más. Patricia Castillo lo sabe, o al menos, lo aplica,
porque en ese pequeño triángulo nos muestra muchos lugares e imágenes que nos
trasladan a ciudades como Caracas, Venezuela. Solo por poner un ejemplo lejano.
Todo es producto del mérito de este elenco joven y talentoso.
Las interpretaciones
están equilibradas. De alguna forma todas tienen un parecido o mínimo, da la
sensación de que nacieron en el mismo lugar. Esta característica es ideal para
un elenco como este donde todos destacan y todos tienen su momento para
expresar lo que sienten. Pudimos, por momentos, percibir por aquí y por allá cuerpos
que no hablaban completamente, piernas o brazos injustificadamente muertos o
faltos de energía escénica, esto es un aspecto a mejorar de manera individual
pero que no afecta de gran forma la puesta en general ni su valoración. Incluso
es interesante ver que todos estaban muy conectados a pesar de estos pequeños
detalles. También, hay momentos en los que una que otra voz baja demasiado para
el gusto del público. Estos son casos puntuales, pero a tener muy en cuenta ya
que el actor, al estar en un espacio más íntimo, no debe confiarse de la
intimidad que siente porque si no escuchamos el texto, por defecto, comienza a
perderse la ilusión. Tal vez el fin justifica los medios, pero estos pequeños
detalles acumulados pueden terminar por afectar la energía general que, como
bien sabemos, una vez que baja es muy difícil levantarla. Esta es una obra para
divertirse y los participantes aparentemente lo hacen, por lo tanto,
seguramente todos saldrán satisfechos. Pero no hay que confiarse.
Otra cosa que nos pareció
sumamente agradable e importante, fue la atención que siente el público durante
la antesala de la obra. El equipo de producción y protocolo nos proporciona
información sobre la obra (detalle de extremada importancia, porque si nos
topamos con un texto así completamente en el aire puede costar conectar con el
discurso en primera instancia), entrega unas entradas muy creativas y
sencillas, además, nos agradecen por asistir. Esos pequeños detalles positivos
también suman está muy bien. Seguramente, todos los equipos que no lo hacen lo
harían si se tratara de un festival internacional o algún evento de ese estilo,
pero debemos tratar a nuestro público más cercano con el mismo nivel de importancia
que al público más selecto y esto es algo que en HdA agradecemos.
Lágrimas al borde en
varias ocasiones y maravillados con la reflexión sobre el amor cuando nos
acercamos al final. La obra dura aproximadamente dos horas y mantiene al
público atento y comprometido, otro punto a favor.
Esta es una pieza para
presentarla en todos lados durante mucho tiempo para expandir toda la carga
cultural que poseen sus parlamentos. Es teatro. No tenemos más que rosas para
este producto artístico y orgullo para invitarlos a todos a presenciarlo.
Recordar es contagioso y ahora entendemos por qué, pero mejor no decimos nada
para que no nos corten la lengua, ni nos citen a un juicio a la media noche.